Ya no tiene que recurrir a la astrología ni al psicoanálisis para conocer la personalidad propia y la ajena. Basta con trepar a un micro o 'chapar' una combi y consultar, disimuladamente, esta rigurosa tipología:
El pericote: Solamente sube a carros llenos y su labor consiste en revisar bolsillos y carteras para aliviar al pasajero de pesadas monedas y sucios billetes.
El dormilón: Por lo general viaja de extremo a extremo y no se inmuta por nada. Su sueño es que inventen las combis-camas.
El universitario: Es, para los transportistas, un ciudadano de segunda categoría. Mientras se desconoce su identidad secreta recibe buen trato, pero apenas muestra el carné universitario el cobrador empieza a practicar con él diversas formas de tortura psicológica.
El apurado: Detesta los semáforos y se pasa todo el viaje apresurando al chofer.
Pepe el Vivo: No es que sea misio, sino que hasta ahora no ha podido cobrar su cheque. Si el cobrador insiste, amenaza con llamar a la Policía.
Otras veces quiere pagar con un billete de 100 nuevos soles y cuando solo falta una cuadra para que se baje.
El mañosón: Su performance es similar a la del pericote, pero su ganancia no es precisamente económica. En realidad, es un romántico empedernido que prefiere ahorrarse el trámite del enamoramiento, un Don Juan sin facilidad de palabra.
El asao: No importa si el carro va lento o rápido, si el cobrador se porta bien o muestra su lado salvaje; desde que sube, él tiene cara de pocos amigos. Experto en detectar monedas falsas.
El pituco: No se hace mala sangre —sabe que su paso por la combi es temporal—: asume el viaje como quien hace turismo de aventura. Eso sí: se mantiene siempre alerta pues para él desde el chofer hasta el último pasajero son potenciales choros.
El pituco-misio: Seguro de que no merece viajar en transporte público, sube al vehículo
con cara de asco, se sienta ocupando la mayor cantidad de espacio posible y se dirige al conductor como quien da órdenes al chofer particular que nunca tuvo.
El defensor de los derechos humanos: Desde que pone un pie en el estribo, sabe que está ingresando en un campo de batalla. Detecta rápidamente su objetivo táctico —forma de manejar, alza de pasaje, exceso de pasajeros— y proclama a voz en cuello el derecho correspondiente de los ciudadanos transportados. Después de cada viaje su hígado queda destrozado, pero se consuela pensando que tiene una misión que cumplir: ser el álter ego de los choferes de combi.
Tomado de la revista IDEELE
4 comentarios:
jajajajaj creo que a lo largo de mi vida.. he observado que todos esos tipos de personajes de combi xD
Saludos
jajaja que buen Post, me hizo reir muchooo
Besos,
Margee
Viajar en combi es todo un placer! Casi nunca me quedo dormido porque siempre hay un pleito, un choque o algo que te entretiene el viaje..
Chevere el post
Muy divertido, pero faltó "El Farandulero", ese que sube con su diario chicha de 50 céntimos y lo abre en la página central para verle el poto a las vedettes. Imperdonable omisión (imperdonable además porque precisamente ese es el tipo de gente que lee mi blog-combi).
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