La pasión por la nicotina llevó al escritor Julio Ramón Ribeyro a extremos inverosímiles, como mendigar colillas y lanzarse por una ventana de hotel, a ocho metros del piso, para “rescatar” una cajetilla recién tirada a un baldío.
El escritor se prometió dejar el vicio una noche en que se sintió mal. “La cabeza me daba vueltas, tenía dificultades para respirar, sentía punzadas en el corazón, me retiré a mi hotel y me tiré a la cama, confiado de que reposando me iba a recuperar. Pero mi estado se agravó: el techo se me venía encima, vomité bilis, me sentí realmente morir. Me di cuenta entonces que eso se debía al cigarrillo, que al final estaba pagando al contado la deuda acumulada en 15 años de fumador desenfrenado”.
Despertó después de medianoche y decidió consignar por escrito su decisión... Pero las palabras no fluían. Salió a la calle y no encontró nada abierto... Revisó desesperado todos los rincones y de pronto recordó el paquete que había tirado por la ventana. Se asomó y vio el suelo a unos ocho metros.
“Ni siquiera vacilé. Salté al vacío como un suicida y caí sobre un montículo de tierra, doblándome un tobillo. A gatas exploré el desmonte alumbrado por mi encendedor. ¡Allí estaba el paquete! Sentado entre las inmundicias encendí un pitillo, levanté la cabeza y lancé la primera bocanada de humo hacia el cielo espléndido de Huamanga”.
Ribeyro relató su experiencia en el texto “Sólo para fumadores”, incluido en Antología Personal, del Fondo de Cultura Económica.
No fue aquella la única vez en que intentó dejar el tabaco. Y es que su abuso le dolía. “Tosía, sufría de acidez, náuseas, fatiga, pérdida del apetito, palpitaciones, mareos y una úlcera estomacal que me retorcía de dolor y me forzaba a someterme regularmente a un régimen de leche y de abominables gelatinas”.
Probó cuanto truco y treta han inventado los que intentan dejar de fumar: esconder los cigarrillos, andar cargado de caramelos, boquillas contra la nicotina, pastillas anti-tabaco, agujas de acupuntura. “Nada dio resultado”.
El narrador ingresó varias veces en hospitales; a los 40 años casi murió de hambre, y el 4 de diciembre de 1994, Julio Ramón Ribeyro murió de cáncer.
Vía:
Milenio.com
ALGUNAS ESTRATEGIAS PARA DEJAR DE FUMAR
Es bueno pedir ayuda
- Si tienes un hijo con asma, eres fumador-a, y quieres dejarlo, lo mejor es que pidas ayuda.
- Primero a la gente que te rodea, para que te estimule en tu propósito y no te ponga cerca la tentación.
- Segundo a los profesionales, ya que existen muchas modalidades de ayuda: grupos, parches de nicotina, técnicas de relajación, etc.
Si no eres capaz de dejar de fumar
- Ante todo no fumes en casa: saturate bien en la calle, en el trabajo (si está permitido), etc.
- Reserva un lugar en la casa para fumar, y deja el resto de tu hogar libre de humos de tabaco.
- Ventila bien la casa
- Recuerda que cuando fumas un unico cigarrillo en una habitación, las particulas y humos de este permanencen allí durante horas.