Para Saramago el voto en blanco es un acto supremo de lucidez y una expresión de democracia. No lo dudo. Esto ocurre cuando la apatía cívica se condice con la pobreza de las candidaturas. Sin embargo, esta alternativa puede devenir en cinismo e indolencia cuando existe casi un imperativo de votar frente a un mal mayor.
---Me pregunto de qué serviría un voto de protesta a estas alturas si apenas con él ratificaríamos el resultado de la primera vuelta, es decir, “dejar todo tal como quedó” haciéndole el juego a quien ganó la elección. Eso pasaría, por ejemplo, si los votantes de Unidad Nacional, el Frente de Centro y del fujimorismo decidieran de pronto rechazar masivamente a García y Humala. En tal escenario, el candidato “nacionalista” ganaría aun sin acumular más puntaje.
---En esta segunda vuelta la lógica del voto en blanco no será la misma, no expresará la legítima libertad del elector que decide descartar a toda la clase política sino la vergonzosa pasividad que esconde el miedo a elegir. En la vida no siempre elegimos entre el bien y el mal, aunque haya utópicos que crean que no hay otra elección. Muchas veces, las circunstancias nos acorralan y plantean una antipática opción entre el mal mayor y el mal menor sin que podamos escondernos detrás de una tercera opción: escapar. Ésta resultaría siendo más incorrecta que los males que no deseamos elegir. El voto en blanco, a contracorriente de lo que cree Saramago, puede ser lo mismo que salir huyendo, alternativa poca honrosa entre las pocas que podamos tener.
---Escribo estas líneas sabiendo de antemano que muchos amigos derechistas, liberales y centristas que odian a García votarán en blanco (“saldrán huyendo”) porque temen el retorno del caos de los 80. En realidad, García es otro y las circunstancias históricas son diferentes, tanto que desde el “mal menor” podría ascender a la categoría de “bien”. La economía en azul de Toledo, las proyecciones de integración internacional, las ingentes reservas, el precio internacional de los minerales, la relativa ausencia de Sendero Luminoso y la irrupción de la aldea global nos advierten que veinte años pesan y que los errores que cometió en los 80 son bastante improbables hoy.
Ante los peligros que se ciernen, ojalá los peruanos no decidamos por el cínico recurso de la evasión.
Por: Raúl Mendoza Cánepa columna "Ojo avizor" Diario LA PRIMERA
Publicado Sábado, 6 de Mayo de 2006.