Un condiscípulo mío, con quien compartía la misma habitación, trataba de sacar, a altas horas de la noche, un hipotético balance para su clase de contabilidad del día siguiente. Había una diferencia de 1, 32 pesos y no lograba encontrar el error. A las 3 de la madrugada cuando me quedé dormido, él todavía seguía luchando.
Por la mañana lo encontré durmiendo profundamente, con una expresión de tranquilidad completa. Sobre el escritorio había dejado los papeles, a los cuales había prendido cuidadosamente con una grapa un cheque girado por él y una nota que decía:" Me doy por vencido. Aquí tienen sus miserables $1,32". -S.S.
Vaya, se me hubiera ocurrido ese truco cuando estudiaba, y me hubiera ahorrado varias noches desveladas.
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